Última escapada a mi querida Italia (Roma) y primera vez que pisamos Florencia.
Entre pasta y pizza siempre queda tiempo para la fotografía callejera. Italia está cubierta de esa estética vintage que acapara todas las miradas y todos los objetivos. Pero cual fue mi sorpresa al regresar y ver las fotos, que no he sido fiel a mi estilo.
En vez de proyectar las ciudades y dejar pequeñas pistas de su localización,
Durante la cuarentena del COVID19 a todos se nos hizo difícil permanecer en nuestras casas. Mi pareja y yo vivíamos en un piso de 50 metros y solo podíamos salir a hacer la compra.
Después permitieron salir a la calle durante un rango de horas y por franjas de edad, aquí todos aprovechábamos para salir a la calle y que nos diera el aire y estirar las piernas.
Una situación histórica que no quería perderme con mi cámara analógica ya que siempre la película en blanco y negro da ese punto de nostalgia y tiempos pasados.
Es curioso como la tendencia de la comunicación cada vez es mas asíncrona y distante. Desde la época de los sms hemos ido construyendo unas barreras comunicativas hasta el punto de llegar a pensar que si llamamos a alguien al móvil sin avisarle antes por whatsapp puede ser de mala educación.
Parece incluso una contradicción en la época de la inmediatez y de la información pero así es. Se ha creado una especie de walkie talkie v2.0 llamado «audios del whatsapp«.
De vuelta a la fotografía, casi 5 años después con la fotografía de calle abandonada, incluido este blog, he vuelto a retomar el proyecto. La verdad que llevaba tiempo con ganas de retomarlo pero al final por falta de tiempo, inspiración y demás circunstancias no pude. Esto no quiere decir que abandonara la fotografía, de hecho tengo varios carretes de 35mm por revelar todavía. Y con la decisión de volver, he dado un gran cambio de look a la web.
Justo debajo de la Torre Eifflel, en pleno «Champ de Mars» puedes vivir una de tus mejores tardes o noches a los pies de uno de los monumentos más bonitos y emblemáticos que haya visto nunca.
Pero no todo es idílico, esto no es una película de serie B para dormir plácidamente. Estamos en París, en la vida real. Y la realidad que esconde este lugar es que está llena de vendedores ambulantes de alcohol,
